En un hotel de mala muerte en alguna parte de Saigón, el Capitán Willard se despierta después de pasarse al menos 3 días bebiendo sin parar y usando heroína, mientras le daba vueltas a la cabeza pensando en la misión que le habían asignado. «Pedí una misión, y por mis pecados me dieron una».
En la costa de Vietnam hay un cuartel militar, y es en ese lugar donde tiene que dirigirse en primer lugar. Al llegar, lo primero que hace es contactar con Kilgore , un Capitán, para averiguar si puede, de alguna manera, ayudarle en su búsqueda del Coronel Kurtz, que había desaparecido del radar, y cuando lo encontraron estaba en un templo en medio de territorio enemigo, donde había creado un mundo propio con los nativos.
Kurtz era un hombre que perdió la cabeza, como le dicen sus superiores, al verse rodeado de soldados enemigos y por la crudeza de la guerra. Pero Willard se hace preguntas y no sabe si debería completar la misión dandole muerte. Aunque tenga dudas, pone rumbo hacia territorio desconocido y peligroso para acabar con él.